IGUALES EN DIGNIDAD, DIFERENTES EN CULTURA, ÚNICOS PARA DIOS.
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Porque todas las personas tenemos los mismos derechos y porque somos únicas y diferentes, todas debemos disfrutar también del derecho a la diferencia; es decir el derecho a que se nos reconozca, se nos respete y se nos valore tal cual somos.
Lo singular es lo nuevo que aporta al mundo cada criatura humana que nace. Nuestra mirada tiene que estar sensible a percibir esa singularidad: la de toda persona y también la de cada relación con cada una de ellas.
Ser distinto no debería equivaler a ser automáticamente discriminado o rechazado.
Nuestra percepción de los demás está influenciada por criterios sociales y culturales, generalmente aprendidos que pueden constituir la base de los prejuicios y estereotipos. Si a todo ello se añade valoraciones negativas sobre grupos, personas, comportamientos o capacidades existe una clara predisposición a adoptar actitudes de intolerancia.
1 Comments:
At 3:51 PM,
Unknown said…
Aaaa verga! voce
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