DIGNIDAD

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Thursday, February 23, 2006

ACTIVIDADES

1. RUTH
Ruth miró en su buzón del correo, pero solo había una carta. La tomó y la miró antes de abrirla, pero luego la miró con más cuidado. No había sello ni marcas del correo, solamente su nombre y dirección. Leyó la carta:
Querida Ruth:
Estaré en tu vecindario el sábado en la tarde y pasaré a visitarte.
Con amor, Jesús
Sus manos temblaban cuando puso la carta sobre la mesa. "Porque querrá venir a visitarme el Señor?. No soy nadie en especial, no tengo nada que ofrecerle... " Pensando en eso, Ruth recordó el vacío reinante en los estantes de su cocina. "Ay no! No tengo nada para ofrecerle!. Tendré que ir a comprar algo. "Bueno, comprare algo de pan y alguna otra cosa, al menos. "Se echó un abrigo encima y se apresuro a salir.
Una hogaza de pan francés, media libra de pavo y un cartón de leche... Y Ruth se quedó con solamente doce centavos que le deberían durar hasta el lunes. Aun así se sintió bien camino a casa, con sus humildes ingredientes bajo el brazo.
"Oiga, señora, nos puede ayudar, señora?". Ruth estaba tan absorta pensando en la cena que no vió las dos figuras que estaban de pie en el pasillo. Un hombre y una mujer, los dos vestidos con poco mas que harapos. "Mire, señora, no tengo empleo, usted' sabe, y mi mujer y yo hemos estado viviendo allá afuera en la calle y, bueno, está haciendo frío y nos está dando hambre, y bueno, si uste' nos puede ayudar, señora, estaríamos muy agradecidos..."
Ruth los miró con mas cuidado. Pensó que ellos podrían obtener algún empleo si realmente quisieran.... "Señor, quisiera ayudar, pero yo misma soy una mujer pobre. Todo lo que tengo es unas rebanadas y pan, pero tengo un huésped importante para esta noche y planeaba servirle eso a Él." "Si, bueno, si señora, entiendo. Gracias de todos modos."
El hombre puso su brazo alrededor de los hombros de la mujer y se dirigieron a la salida. A medida que los veía saliendo, Ruth sintió un latido familiar en su corazón.
"Señor, espere!"
La pareja se detuvo y volteó a medida que Ruth corría hacia ellos y los alcanzaba en la calle.
Mire: por que no toma esta comida? Algo se me ocurrirá para servir a mi invitado...", y extendió la mano con la bolsa de víveres.
"Gracias, señora, muchas gracias!". "Si, gracias!", dijo la mujer y Ruth pudo notar que estaba temblando de frío. "Sabe, tengo otro abrigo en casa. Tome este", Ruth desabotonó su abrigo y lo deslizó sobre los hombros de la mujer. Y sonriendo, volteó y regresó camino a casa... sin su abrigo y sin nada que servir a su invitado. "Gracias, señora, muchas gracias!"
Ruth estaba tiritando cuando llegó a la entrada. Ahora no tenia nada para ofrecerle al Señor.
Buscó rápidamente la llave en la cartera. Mientras lo hacía notó que había otra carta en el buzón. "Que raro, el cartero no viene dos veces en un día." Tomó el sobre y lo abrió:
Querida Ruth:
Que bueno fue volverte a ver. Gracias por la deliciosa cena, y gracias también por el hermoso abrigo. Con amor, Jesús
El aire todavía estaba frío, pero aun sin su abrigo, Ruth no lo notó.

2. LAS SIETE MARAVILLAS DEL MUNDO
Autor Desconocido
Un grupo de estudiantes de Geografía estudiaba las siete maravillas del mundo. Al término de la clase se les pidió hacer una lista de las que ellos consideraban deberían ser realmente las Siete Maravillas del Mundo.
A pesar de algunos desacuerdos, la mayoría votó por lo siguiente: Las Pirámides de Egipto, El Taj Mahal, El Gran cañón, El Canal de Panamá, El Empire State, La Basílica de San Pedro, La Muralla China.
Mientras se hacía la votación el maestro notó que una estudiante permanecía aún callada y no había entregado aún su lista. Así que le preguntó si tenía problema para hacer aún su elección. La muchacha tímidamente respondió:
—Sí, un poco. No podía decidirme pues son tantas las maravillas.
El maestro dijo:
—Bueno, dinos lo que haz escrito y tal vez podamos ayudarte.
La muchacha titubeó y después leyó:
—Creo que las Siete Maravillas son: Poder tocar, poder saborear, poder ver, poder escuchar...
Titubeando un poco continuó:
—Poder sentir, poder reír y... poder amar.
Al terminar de leerlas el salón de clase quedó en un silencio absoluto.
Es muy sencillo para nosotros poder ver muchas de las hazañas del hombre y referirnos a ellas como maravillas, cuando a veces pasan desapercibidas las maravillas que Dios hizo por nosotros y que son sencillamente “comunes”.
¡Que hoy te acuerdes de aquellas cosas que son realmente maravillosas!

3. EL ANILLO
Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?
El maestro sin mirarlo, le, dijo: Cuanto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema.
Quizá después... -y haciendo una pausa agregó: si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este problema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.
- E...encantado,- maestro- titubeó el joven, pero sintió que otra vez era desvalorizado, y sus necesidades postergadas.
Bien, asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño y dándoselo al muchacho, agregó- toma el caballo que está allá afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Ve y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas.
El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo. Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y sólo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo.
En afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro y rechazó la oferta.
Después de ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el mercado, más de cien personas-, abatido por su fracaso montó su caballo y regresó. ¡Cuánto hubiera deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro! Podría entonces habérsela entregado él mismo al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda.
Entró en la habitación. -Maestro- dijo- lo siento, no se puede conseguir lo que me pediste. Quizá pudiera conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo.
- Qué importante lo que dijiste, joven amigo- contestó sonriente el maestro-. Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién mejor que él para saberlo? Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuánto te da por él. Pero no importa lo que ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.
El joven volvió a cabalgar. El joyero examinó el anillo a la luz del candil con su lupa, lo pesó y luego le dijo: -Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender YA, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo
- ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡58 MONEDAS!!!!!!!!!!!!!!!!! Exclamó el joven. Sí, replicó el joyero- yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé...si la venta es urgente...
El joven corrió emocionado a la casa del maestro a contarle lo sucedido.
- Siéntate - dijo el maestro después de escucharlo- Tú eres como este anillo: una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede revaluarte verdaderamente un experto.
¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor? Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño. Todos somos como esta joya, valiosos y únicos, y andamos por los mercados de la vida pretendiendo que gente inexperta nos valore.

4. AMAR LA VIDA
Un profesor fue invitado a dar una conferencia en una base militar, y en el aeropuerto lo recibió un soldado llamado Ralph.
Mientras se encaminaban a recoger el equipaje, Ralph se separó del visitante en tres ocasiones: primero para ayudar a una anciana con su maleta; luego para cargar a dos pequeños a fin de que pudieran ver a Santa Claus, y después para orientar a una persona. Cada vez regresaba con una sonrisa en el rostro.
"¿Dónde aprendió a comportarse así?", le preguntó el profesor. "En la guerra", contestó Ralph.
Entonces le contó su experiencia en Vietnam. Allá su misión había sido limpiar campos minados. Durante ese tiempo había visto cómo varios amigos suyos, uno tras otro, encontraban una muerte prematura.
"Me acostumbré a vivir paso a paso" -explicó. "Nunca sabía si el siguiente iba a ser el último; por eso tenía que sacar el mayor provecho posible del momento que transcurría entre alzar un pie y volver a apoyarlo en el suelo.
Me parecía que cada paso era toda una vida".
Nadie puede saber lo que habrá de suceder mañana. Qué triste sería el mundo si lo supiéramos. Toda la emoción de vivir se perdería, nuestra vida sería como una película que ya vimos.
Ninguna sorpresa, ninguna emoción. Pienso que lo que se requiere es ver la vida como lo que es: una gran aventura.
Al final, no importará quién ha acumulado más riqueza ni quién ha llegado más lejos. Lo único que importará es quién lo disfrutó más.
Ama más quien más ha servido, porque aprecia su vida y la de los demás
Su misión en la guerra había sido la de limpiar campos minados. Durante ese tiempo había visto cómo varios amigos suyos, uno tras otro, encontraban una muerte prematura. "Me acostumbré a vivir paso a paso. Nunca sabía si el siguiente iba a ser el último; por eso tenía que sacar el mayor provecho posible del momento que transcurría entre alzar un pie y volver a apoyarlo en el suelo. Me parecía que cada paso era toda una vida". Y lo que aprendió en la guerra lo vive en tiempo de paz: “ayuda a la gente”, ama su vida y la de los otros.

5. UN GLOBO NEGRO
Un negrito contemplaba extasiado al vendedor de globos en la feria, quien, en un determinado
momento, soltó varios globos: rojo, azul, amarillo, blanco... Todos remontaron el vuelo hasta que desaparecieron.
El niño, sin embargo, no dejaba de mirar un globo negro que el vendedor no soltaba en ningún
momento. Finalmente, le preguntó: “Señor, si soltara usted el globo negro, ¿subiría tan alto como los demás?”.
El vendedor sonrió, soltó el cordel con que tenía sujeto el globo negro y, mientras éste se elevaba hacia lo alto, dijo: “No es el color lo que le hace subir, hijo. Es lo que hay dentro”.

6. EL NOMBRE MÁS HERMOSO
Autor: P. Miguel Segura
En el mundo indígena, uno de los principios que constituyen el universo es el dolor. Sin embargo, los ojos de ese pueblo penetran en esta realidad sin miedo y la transforman en algo sublime. Un guerrero miró a su hija recién nacida. Tan hermosa le parecía que no encontraba un nombre apropiado para ella. Todos le sabían a poco.
Al fin decidió buscar lo más valioso del mundo y tomarlo como nombre para su primogénita.
Salió muy temprano, cuando aún era oscuro y pensó: "Podría llamarla: Silencio, pues es hermosísimo" pero comenzó el amanecer y el guerrero detuvo sus pasos y dijo: "No, la llamaré: Aurora".
Decidió caminar unas millas más y el día avanzaba mientras a lo largo de su camino el guerrero pensaba en llamar a su hija: "Luz, nieve, Flor, Cielo."
Y así recorrió grandes distancias y consultó a muchos hombres instruidos, hasta que finalmente encontró al más sabio de los hombres, que le dijo:
- Tras esta montaña encontrarás a un pastor muy sencillo. Acércate a su casa, espera allí y verás lo más valioso del mundo.
Apostado junto a unas rocas el guerrero esperó el momento fijando su mirada en la entrada de la casa. Al cabo de unos momentos se abrió la puerta y apareció una niña. El guerrero sintió un escalofrío. La pequeña estaba cubierta de lepra.
En unos instantes, tras la curva del camino, se escuchó la voz del pastor llamando a su hija.
El guerrero vio cómo padre e hija se abrazaban y cubrían de besos. Y así, volviendo a su casa con lágrimas en los ojos, se dijo:
- La llamaré Heoma-nae-sàn ("amor en el dolor").

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